Introducción de la batalla de Arcole.
La Batalla del puente de Arcole fue un enfrentamiento librado entre el 15 y 17 de noviembre de 1796 cerca de Arcole, al nordeste de la península Itálica. Se enfrentaron las tropas de la Primera República Francesa dirigidas por el joven general Napoleón Bonaparte y los soldados del Archiducado de Austria dirigidas por József Alvinczi.
El ejército frances había hecho retroceder a los austríacos. Ahora Napoleón asediaba Mantua, en el norte de Italia, pero los austríacos la reforzaban continuamente, cruzando el río Alpone por la pequeña población de Arcole. Protegida por el ejército austríaco del general Alvinczy.
El general francés tenía que cortar la línea de suministros tomando el puente de Arcole y así evitar que los refuerzos llegaran a Mantua.
Los ejércitos enfrentados.
El Ejército de Italia de Napoleón estaba compuesto principalmente por tropas francesas, aunque también incluía algunas unidades aliadas italianas. Napoleón Bonaparte lideraba personalmente este ejército, que estaba formado por soldados experimentados y bien entrenados. Principalmente infantería y artillería. Napoleón mandó a Arcole 19.000 hombres.
El ejército austriaco, estaba compuesto unidades regulares y milicias. Divididas en dos columnas que protegian los pasos del río Alponte. El general Alvinczy era el comandante en jefe de estas fuerzas austriacas. Los austriacos contaban con 24.000 hombres.
Napoleón llega a Arcole.
El ejército francés llegó a Ronco all’Adige, atravesando el río Adigio y siguiendo a su afluente, el Alpone. Los franceses querían capturar Arcole para cruzar el Alpone por su puente. El 15 de noviembre los hombres del general Pierre François Charles Augereau intentaron avanzar por la ciudad hacia el puente, pero la poderosa artillería austríaca logró rechazarlos.
El 16 de noviembre, el general André Masséna se empantana en los pantanos, su movimiento de pinzas es un fracaso. Se envía al general Augustin-Daniel Belliard a ayudar a Masséna pero también se empantana. Durante un nuevo asalto, dos batallones de la 58a. brigada intentaron cruzar el puente bajo las órdenes del general Jean Lannes.
Lannes es herido y sus tropas deben retirarse por la poderosa artillería. Augereau llega con tres batallones de refuerzo y junto a Bonaparte se intenta un nuevo asalto, el joven general francés lidera la carga con la bandera en su mano pero son rechazados.
La batalla final.
Al día siguiente, Bonaparte recurre a una estratagema y ordena a todos sus tambores y trompetas que describan un círculo alrededor de la retaguardia de su enemigo haciendo todo el ruido posible. Alvinczy, creyendo que los franceses están atacando su retaguardia, deshace su sólida defensa y persigue los tambores con su ejército, lo que permite a Masséna atravesar el Adigio.
Los franceses lanzaron su asalto frontal con gran ferocidad. A pesar de su valentía, no lograron capturar el puente en los primeros intentos. Napoleón se encontraba en la vanguardia, liderando personalmente a sus tropas.
En un momento crucial, Napoleón tomó una bandera y se lanzó al frente de sus soldados para inspirarlos y liderar un ataque final contra los austriacos. Con su liderazgo audaz, lograron romper las defensas enemigas y finalmente capturaron el puente.
Después de intensos combates en el pueblo de Arcole, los austriacos finalmente se retiraron y los franceses aseguraron la victoria en la batalla.
Consecuencias de la batalla de Arcole.
Se estima que las bajas francesas oscilaron entre 1,500 y 2,000 soldados, entre muertos, heridos y desaparecidos. Napoleón Bonaparte también resultó herido en la batalla, recibiendo un disparo en el pie. En el lado austriaco, las estimaciones de las bajas varían aún más. Algunas fuentes sugieren que las bajas austriacas fueron similares a las francesas, mientras que otras sugieren que fueron más altas, llegando hasta 5,000 soldados.
En general, la batalla de Arcole tuvo un impacto significativo en el curso de las Guerras Revolucionarias Francesas y en la campaña italiana de Napoleón. Consolidó el avance francés en Italia, debilitó la posición austriaca, reforzó la moral y la reputación francesa, y contribuyó al ascenso de Napoleón como líder destacado.
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